Por Ivana Steinberg
No sé qué quiero hacer exactamente con mi vida, excepto que quiero hacer algo grande.
El guardián entre el centeno, J. D. Salinger
De chica pensaba que un día me iban a descubrir. Cuando empecé a trabajar en multinacionales mi fantasía era que tarde o temprano se iban a dar cuenta de que yo estaba para más y me iban a dar un corner office como a Melanie Griffith en Secretaria Ejecutiva. Bastante rápido supe que cuando te dan un ascenso ya venías haciendo el trabajo al que te promueven y no sólo no te cambian de oficina, si no que a veces ni siquiera te dan un aumento que te cambie la vida.
También soñé con ser descubierta como actriz o como escritora. Un día me iban a llamar para decirme queremos darte la oportunidad de actuar en esta película, de escribir este guión, de publicar en nuestra editorial, de ser parte de este grupo de personas que piensa cosas para hacer que todo sea mejor, es decir más lindo, más bueno, más gracioso, que todo sea más parecido a vos.
Debe haber una patología o un apartado para este tipo de neurosis, la de las personas que sienten que son la leche y al rato sienten que son inviables.
Mi amiga Marina me dijo que a ella también le pasaba. Hoy nos mandamos muchos audios. Yo me quejé de que nadie me venía a ofrecer trabajo, ni gloria, ni nada. Después le dije que me daba cuenta de que esa sensación me daba cierto regocijo.
—El goce. —Dijo ella.
—Sí. Porque así me puedo enojar con todos. Puedo odiarlos en paz porque ellos, al final, se lo merecen. —Dije yo y nos reímos.
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El trabajo final del taller de escritura, un texto de cincuenta mil caracteres, me mantuvo ocupada, interesada, creída y creyente.
El día del cierre del curso, uno de los últimos antes de las fiestas de diciembre, la tallerista se sentó y pidió disculpas. Tenía que hacer un pedido en el supermercado antes de las ocho. Se puso la mano en la frente como si la cabeza le pesara. Miró el reloj.
La devolución sobre los textos empezó por consideraciones generales que aplicaban a la mayoría de los asistentes; a varios de los textos sí, a estos dos no, a estos otros tres tal vez. Hizo grupos de problemas y aciertos, y yo compartía problemas y aciertos con otras personas. Al final era una más. Mi peor pesadilla.
Mantuve la sonrisa y la actitud cándida también durante la devolución individual pero planeé una venganza: no volver nunca más a un taller literario, privar a todos los talleristas y a todos los potenciales asistentes de mi exquisita compañía.
Dormí mal. Me desperté sin rasgos de enojo, pero con nauseas.
—Tengo ganas de devolver . —Le dije a Marina en un audio.
¡La devolución, por supuesto! Me pareció una interpretación buenísima (soy de festejar mis propios chistes) y pensé que tal vez tendría que haberme dedicado a la Psicología. Que en eso, seguro hubiera sido brillante.
En otro audio le digo a Marina que al final todavía no saben que estoy acá, que al final me hice vieja y sigo así, en el estuche original, como el muñeco de Toy Story 2
—Agazapada esperando la oportunidad. —Dice ella.
Le digo que como una cazadora. Y con una escopeta cargada, esperando para dispararle a un enemigo que se mueve, pero que cada vez parece estar más adentro de mí.
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David Chapman, el asesino de Lennon, tenía El Guardián entre el Centeno en el bolsillo cuando lo arrestaron. Dicen que leyó el último capítulo mientras esperaba a la policía y que dijo que en esas páginas estaba todo lo que podía decir a modo de declaración.
En septiembre fui a ver a Los Ratones Paranoicos a Vélez. No soy fan, pero sé todas las canciones. Fui porque me habían regalado las entradas. Fui con una cita, un cocinero. Antes del show había una banda soporte. Sonaba muy fuerte y hacía frío. Fue una espera difícil, en platea. No teníamos nada para tomar. No teníamos tampoco muchos temas en común. Nos besamos. Después él me dijo su receta de albóndigas:
—Pan rallado no. Pan mojado en leche así quedan tiernas. Cebolla y zanahoria ralladas. Todo en crudo. Ajo, un chorro de mostaza. Yo le pongo humo líquido, pero pimentón ahumado sirve.
De eso hablábamos cuando descubrimos que el cantante era el hijo de Juanse. Nunca supe cómo se llamaba. Tal vez el tiempo o algún escándalo le den la oportunidad de tener nombre, como a Moritán.
Supimos quién era cuando él mismo dijo a los gritos:
—Soy el hijo de Juanse. Gracias por el respeto.
Dijo que iba a hacer un cover de una banda que nadie conocía hasta que la descubrió su papá. Fuimos pocos los testigos de cómo imitó a Juanse imitar a Mick Jagger bailar en Jumpin ́ Jack Flash.
Después, el hijo de Juanse dijo que para terminar le gustaría mucho cantar una canción, pero que la iban a hacer los originales, a quiénes ustedes vinieron a ver. Que iba a hacer un pedacito a capella. Cantó sólo, sin guitarras, sin bajo, sin nada, esa estrofa que dice Mucha Risa por aquí, pero ninguna es para mí.
Arengó al público del campo al pogo, a que la coreen con él, pero el campo estaba vacío y con las luces prendidas. No hubo aplausos.
Se fue con los brazos en alto como un personaje de película de Marvel a punto de convertirse en villano. O como el Joker. O como alguien con el corazón lleno de resentimiento. Se volvieron a encender las pantallas al costado del escenario que seguían con la misma auto propaganda repetitiva que ofrecía a Tini, a Roberto Carlos, a Travis, a Creamfields.
La gente empezó a entrar en masa. La temperatura bajó más. Me subí el cuello de la campera de jean con la que me había armado un atuendo rolinga, insuficiente para una noche de finales de invierno. Por un momento me llené de preguntas: ¿Por qué no me abrigué?, ¿Quién me creo que soy?, ¿Cuánto falta para que termine?
Me imaginé al hijo de Juanse en los camarines. Él también a la espera de que lo descubran, o le hagan un reportaje, o le digan algo que le cambie la vida. Me lo imaginé como a un Holden Caulfield viejo, redimido, cansado. Uno que no termina en el psiquiátrico, ni va a la guerra, uno que no quiere matar a nadie, ni siquiera a su propio padre.
Buenísimo Ivana, qué lindo volver a leerte, después de mi efímero paso x su grupo de taller. Este fue el primero que leí, voy x los demás.
Te amo ❤️